El cielo presagiaba sangre. Los hombres, nerviosos, susurraban sus miedos y pedían a los dioses un milagro. Y fue entonces cuando el sueño les invadió, tocados al mismo tiempo por Morfeo, se sumieron en la inconsciencia. Al despertar, el mal ya no estaba. El cielo y el agua estaban juntos. Todo era uno. También ellos.
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El cielo presagiaba sangre. Los hombres, nerviosos, susurraban sus miedos y pedían a los dioses un milagro. Y fue entonces cuando el sueño les invadió, tocados al mismo tiempo por Morfeo, se sumieron en la inconsciencia.
Al despertar, el mal ya no estaba. El cielo y el agua estaban juntos. Todo era uno. También ellos.
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